Por Isaac Hernández
Podría definirse al parto como el proceso mediante el cual la mujer da a luz a su hijo, luego de aproximadamente nueve meses de gestación. Dicho proceso, aun cuando en la actualidad los avances tecnológicos y científicos en Medicina permiten que se de en forma más segura que en tiempos pasados, aun encierra ciertos riesgos que podrían llevar al neonato a tener un desarrollo postnatal deficiente.
Uno de estos riesgos que corre el bebé durante su nacimiento se deriva paradójicamente de los mismos adelantos médicos con los que se cuenta hoy día para atender el parto. Según Coon (2005), administrar anestésicos generales a las madres para aliviar los dolores propios del alumbramiento puede causar que algunos niños nazcan parcialmente anestesiados, además, cuando a la madre se le aplica mucha anestesia, esta última puede producir una reducción del flujo de oxígeno al feto, provocando un retraso en el desarrollo muscular y nervioso del mismo.
Este problema puede, hasta cierto punto, ser evitado realizando el llamado “parto preparado”. Como señala Buchholz (2002), la mayor parte de los dolores del alumbramiento son debidos al miedo que siente la parturienta, la cual se contrae y respira superficialmente haciendo que la matriz se contraiga y se haga inflexible y rígida, pero dicho miedo puede ser combatido, primeramente explicando con detalle, tanto al padre como a la madre, el proceso de parto, lo cual les permitirá disipar temores y ansiedades, y además de esto, la mujer encinta puede aprender técnicas de respiración y control muscular que aminorarán su dolor y disminuirán el tiempo de duración del nacimiento.
Una segunda dificultad que puede presentarse durante el alumbramiento y causar grandes daños al desarrollo del niño recién nacido, es el denominado “parto prematuro”. Un embarazo normal, dura aproximadamente 40 semanas, período después del cual el feto está preparado para salir al mundo, no obstante, en ocasiones suceden complicaciones de distinta índole que desencadenan u obligan un parto pre término.
Según Feldman (2006), un bebé llega a la edad de viabilidad aproximadamente a las 22 semanas de gestación, entendiéndose esta como el momento en que los órganos, y en general, el cuerpo del feto están lo suficientemente desarrollados como para permitir su supervivencia si se presentase un nacimiento prematuro. En caso de que el niño naciese después de las treinta semanas hay muy buenas probabilidades de que sobreviva sin mayores problemas, sin embargo, para aquellos que son dados a luz entre las 22 y 30 semanas las expectativas son distintas, pues sólo tienen un 50% de probabilidades de sobrevivir, y aunque lo lograsen, posiblemente presenten retrasos significativos en su desarrollo.
Además de las complicaciones derivadas del parto que se pueden presentar en el desarrollo del niño a nivel físico, las cuales están muy bien documentadas, hay quienes piensan que, incluso un parto normal, puede causar trastornos en el posterior desarrollo psicológico y psicosocial del sujeto. Esta creencia, que en ocasiones responde a tesis especulativas, también ha sido apoyada por algunos Psicólogos y Profesionales de la Medicina, como lo es el Dr. Fredric Leboyer, quien en el año 1975 publicó un libro llamado “Nacimiento sin Violencia”, en el cual postula la idea de que los procedimientos y practicas usadas para atender el parto son una especie de tortura para los bebés.
Sin embargo, a este respecto Shaffer (2000) señala que, aunque dicha postura hasta hace algunos años era muy aceptada, en la actualidad son pocos los profesionales que piensan que el nacimiento sea una experiencia atormentadora para el neonato. Según él, es verdad que los fetos sufren algo de estrés durante su nacimiento, sin embargo ese mismo estrés es importante pues genera hormonas que tienen una función adaptativa, pues le ayudan a resistir la privación de oxígeno incrementando su ritmo cardíaco y el flujo de sangre oxigenada al cerebro. Aunado a esto, el estrés que experimenta el bebé ayuda a asegurar que nazca bien despierto y listo para respirar.
En definitiva, las complicaciones que se pueden presentar en el desarrollo del neonato a consecuencia del parto son mayormente de tipo físico, mientras que a nivel psicológico este no es un suceso que impacte mayormente la salud psíquica del niño.
REFERENCIAS
- Coon,D. (2005). Psicología (10maed.). México: Thomson.
- Buchholz, S. (2002). Gimnasia para embarazadas: Preparación al parto, respiración, gimnasia posparto (5taed.). Barcelona: Paidotribo.
- Feldman, R. (2006). Psicología: Con aplicaciones en países de habla hispana (6taed.). México: McGraw-Hill. Shaffer, D. (2000).
- Psicología del desarrollo: Infancia y adolescencia (5taed.). México: Thomson.
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